miércoles, 15 de octubre de 2014

Sobre el virus del Ébola y otras armas biológicas

En plena crisis del Ébola, y con nuestro primer caso de contagio en España, todos los sanitarios a día de hoy seguro que hemos leído algún protocolo de actuación ante la sospecha de nuevos casos. En los aeropuertos del Reino Unido se han implantado medidas de control de los pasajeros procedentes de los países de origen de la epidemia.

Sin embargo, podría ocurrir que no lo busquemos activamente o no lo sospechemos. ¿Y si se trata de un ataque bioterrorista? ¿Qué manifestaciones en la esfera de otorrinolaringología tienen las armas biológicas?

Un ataque bioterrorista consiste en la liberación intencionada de virus, bacterias y otros agentes con la intención de causar enfermedad o muerte en personas, animales o plantas. Idealmente, para que un arma biológica sea efectiva, debería de ser altamente contagiosa a bajas dosis, tener un periodo de incubación corto y no detectarse en los exámenes de rutina.

El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) clasifica las armas biológicas en tipo A, B y C, en función de su capacidad infecciosa y de la gravedad de la enfermedad ocasionada. Han sido descritos más de 150 agentes. En la entrada de hoy veremos algunas de las manifestaciones en otorrinolaringología de las enfermedades producidas por los agentes del grupo A: viruela, antrax, peste, botulismo, tularemia y fiebres hemorrágicas (por ejemplo el virus Ébola).

Agentes del terrorismo biológico según el CDC (tabla resumida)

Carbunco (Bacillus anthracis)

Entre los síntomas por inhalación se incluye la fiebre, dolor de garganta, malestar, fatiga, nauseas, tos no productiva y disnea. 
El antrax orofaríngeo es raro, y la infección se produce por la ingestión de carne contaminada. Puede haber dolor de garganta, disfagia, adenopatías cervicales, disfonía, edema de la vía respiratoria, tos e inflamación cervical.

Tularemia (Francisella tularensis)

La tularemia tiene seis formas clínicas: la más frecuente es la forma ulceroglandular (80%), le siguen en frecuencia la forma glandular (15%) y la orofaríngea (<5%). Menos frecuente es la forma oculoglandular, la neumónica o la tifoidea.
La forma orofaríngea inicialmente tiene sintomas inespecíficos, malestar, odinofagia y adenitis, y se manifiesta como una faringoamigdalitis con linfadenitis necrotizante

Peste (Yersinia pestis)

La aerosolización del bacilo produciría peste neumónica, con fiebre, tos productiva, hemoptisis, disnea, estridor e infiltrados pulmonares bilaterales.

Viruela (Variola virus)

Unos 3 o 4 días después de iniciarse el rash maculopapular típico, aparecerían ulceraciones en mucosa aerodigestiva, con edema de la vía respiratoria, formación de pseudomembranas amarillentas (similares a las de la difteria) y obstrucción respiratoria.
Las lesiones cutáneas y mucosas pueden afectar a la piel del pabellón y conducto auditivo, a la membrana timpánica y al oído medio. En el oído medio se manifiesta como una otitis media aguda necrotizante, con perforación timpánica y otorrea. A parte de la hipoacusia de transmisión, la infección viral puede producir hipoacusia neurosensorial hasta en el 7% de los pacientes.
Puede haber afectación mucocutánea de la nariz, con necrosis de los cornetes y epistaxis. Posteriormente podría producirse estenosis del vestíbulo nasal como secuela de la cicatrización.

Fiebres hemorrágicas virales (filovirus: Ébola y Marbung / arenavirus: Lassa y Machupo)

Aunque el modo de presentación variará en función del virus causal, todas ellas tienen el riesgo de manifestar hemorragias graves. Puede comenzar con síntomas inespecíficos (fiebre, malestar) y progresar a manifestaciones cutáneas, gastrointestinales, respiratorias, vasculares y neurológicas. Los síntomas hemorrágicos ocurren durante la fase aguda de la enfermedad, e incluyen petequias, equimosis, epistaxis, hemorragias mucosas y/o viscerales.

Botulismo (Clostridium botulinum)

La aerosolización produciría parálisis oculobulbar (4 "D"- diplopia, disartria, disfonía y disfagia). Posteriormente, se produciría diplejia facial, plejia de la lengua y músculos masticatorios, paresia descendente, que afecta primero las extremidades superiores, luego las inferiores y finalmente los músculos respiratorios.

Y hasta aquí hemos llegado, que menudo rollo he soltado. Os deseo una buena semana. Yo estaré en Madrid, en el 65 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Otorrinolaringología, comunicaré el lunes por la mañana.

BIBLIOGRAFÍA

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